Vistas de página en total

sábado, 15 de enero de 2011

La Víbora, documental

Dragón de Komodo

Varanus komodoensis


 
Dragón de Komodo
Varanus komodoensis1.jpg
Dragón de Komodo
Estado de conservación
Vulnerable (VU)
Vulnerable (UICN)
Clasificación científica
Reino: Animalia
Filo: Chordata
Clase: Sauropsida
Subclase: Diapsida
Orden: Squamata
Suborden: Lacertilia
Infraorden: Platynota
Familia: Varanidae
Género: Varanus
Especie: V. komodoensis
Nombre binomial
Varanus komodoensis
Ouwens, 1912
Distribución
Área de distribución.
Área de distribución.
El dragón de Komodo (Varanus komodoensis) también llamado monstruo de Komodo y varano de Komodo, es una especie de saurópsido de la familia de los varánidos, endémico de algunas islas de Indonesia central. Es el lagarto de mayor tamaño del mundo, con una longitud media de dos a tres metros y un peso de unos 70 kg. A consecuencia de su tamaño, son los superpredadores de los ecosistemas en los que viven. A pesar de que estos lagartos se alimentan principalmente de carroña, también cazan y tienden emboscadas a sus presas, que incluyen invertebrados, aves y mamíferos.
La primera vez que científicos occidentales estudiaron los dragones de Komodo fue en 1910. Su excepcional tamaño y su reputación de animal temible los convierte en uno de los animales más populares de los zoológicos. En estado salvaje son una especie amenazada; su ámbito de distribución se ha reducido debido a las actividades humanas y están catalogados como vulnerables en la Lista Roja de la UICN.1 Están protegidos por la ley indonesia, y un parque nacional, el Parque Nacional de Komodo, fue fundado en 1980 para contribuir a su conservación.
La época de apareamiento comienza entre julio y agosto y la puesta de huevos en septiembre. Depositan aproximadamente veinte huevos en nidos de megápodos abandonados, y los incuban durante siete u ocho meses, hasta su eclosión en abril, cuando los insectos son los más abundantes. Los jóvenes son vulnerables, por lo que suelen morar en árboles, a salvo de depredadores y adultos caníbales. Tardan aproximadamente entre tres y cinco años en madurar, y pueden vivir hasta unos cincuenta años. Estos lagartos se encuentran entre los pocos vertebrados con capacidad de reproducción por partenogénesis, proceso por el que las hembras pueden poner huevos viables en situaciones de ausencia de machos.
Los nativos de la isla de Komodo se refieren a este animal como ora, buaya darat (cocodrilo de tierra) o biawak raksasa (monitor gigante).

Historia evolutiva

Su desarrollo evolutivo comenzó con el género Varanus, que se originó en Asia hace aproximadamente 40 millones de años y emigró al continente australiano. Hace aproximadamente 15 millones de años, una colisión entre Australia y Asia Sudoriental permitió que los varánidos se trasladaran a lo que actualmente es el archipiélago indonesio, extendiendo su distribución hasta el este de la isla de Timor. Se cree que el dragón de Komodo se distinguió de sus antepasados australianos hace 4 millones de años. Sin embargo, pruebas de fósiles recientes en Queensland sugieren que evolucionó en Australia antes de extenderse a Indonesia. La dramática bajada del nivel del mar durante el último período glaciar descubrió extensas zonas de la plataforma continental que el dragón de Komodo había colonizado, aislándolos en su ámbito actual de distribución cuando el nivel del mar subió de nuevo.

Descripción

Aunque los machos por lo general son de mayor tamaño, no hay diferencias morfológicas obvias entre los sexos. Los jóvenes son de color verde con zonas amarillas y negras y los adultos, con un tono opaco y uniforme, de color marrón a rojo grisáceo. Sus cuerpos robustos están uniformemente cubiertos de ásperas escamas.
Es el lagarto de mayor tamaño del mundo, con una longitud media de dos a tres metros y un peso de unos 70 kg. En la naturaleza, un adulto mide unos 2,5 m y pesa de media unos 70 kg, aunque los especímenes en cautividad a menudo pesan más. El espécimen salvaje más grande que se ha verificado midió 3,13 metros de longitud y pesó 166 kg (incluida la comida sin digerir). A consecuencia de su tamaño, son los superpredadores de los ecosistemas en los que viven.
Los dragones de Komodo poseen una larga y fuerte cola.
Su inusual tamaño se atribuía generalmente al gigantismo insular, ya que no hay otros animales carnívoros que puedan ocupar el nicho ecológico de las islas en las que viven. Sin embargo, investigaciones recientes sugieren que su gran tamaño se entiende mejor como un vestigio aislado de una antigua población de grandes varánidos que vivían en Indonesia y Australia, la mayor parte de los cuales, junto con otra megafauna, murió tras su contacto con los humanos modernos. Se han encontrado en Australia fósiles muy similares a V. komodoensis de más de 3,8 millones de años de antigüedad, y su tamaño permaneció estable en Flores, una de las pocas islas indonesias donde se le puede encontrar en la actualidad, desde que esta isla (junto con sus vecinas) fueron aisladas por los crecientes niveles del mar hace unos 900.000 años.
Tiene una cola fuerte y musculosa tan larga como su cuerpo, y aproximadamente 60 dientes serrados, que se cambian a menudo y que pueden medir hasta 2,5 centímetros de largo. Su saliva suele estar manchada de sangre, puesto que los dientes están casi cubiertos de tejido gingival que se daña de forma natural durante la masticación. Esto crea un cultivo ideal para las virulentas bacterias que viven en su boca. Tiene una lengua larga y amarilla, marcadamente bifurcada.

Sentidos

El dragón de Komodo no tiene un sentido del oído particularmente agudo, a pesar de sus visibles conductos auditivos, y sólo es capaz de oír sonidos entre 400 y 2000 hercios. Es capaz de ver hasta una distancia de 300 metros, pero dado que sus retinas sólo contienen conos, se cree que tiene una pobre visión nocturna. Es capaz de percibir el color, pero tiene una pobre discriminación visual de objetos inmóviles.
El dragón de Komodo usa su lengua para oler, detectar sabores y percibir estímulos.
Usa su lengua para oler, detectar sabores y percibir estímulos, al igual que otros muchos reptiles, utilizando el órgano de Jacobson y que le ayuda a orientarse en la oscuridad. Con la ayuda de un viento favorable y su hábito de balancear a su cabeza de un lado al otro cuando andan, son capaces de descubrir carroña a distancias de 4 a 9,5 km. Las fosas nasales de estos animales no son de gran utilidad para percibir olores, dado que carecen de diafragma. Tan solo cuenta con unas pocas papilas gustativas en la parte de atrás de la garganta. Sus escamas, algunas de las cuales están reforzadas con hueso, tienen placas sensoriales conectadas con nervios que facilitan su sentido del tacto. Las escamas alrededor de los oídos, labios, barbilla y planta de los pies pueden tener tres o más placas sensoriales.
Se creía que el dragón de Komodo era sordo como consecuencia de un estudio que no mostró ninguna agitación en ejemplares salvajes en respuesta a susurros, voces elevadas o gritos. Este estudio fue cuestionado cuando una trabajadora del Zoológico de Londres entrenó a un espécimen en cautividad del parque para salir a alimentarse con el sonido de su voz, aun cuando el animal no podía verla.

Ecología

Un ejemplar tomando el sol en el Ragunan Zoo, Yakarta.
El dragón de Komodo prefiere lugares cálidos y secos, y suele vivir en prados abiertos con hierbas altas y arbustos, sabanas y zonas bajas de bosques tropicales, aunque también pueden encontrarse en otros hábitats como playas y lechos secos de los ríos. Los jóvenes son arbóreos y viven en regiones arboladas hasta los ocho meses de edad.
Como animal ectotermo, es más activo durante el día, aunque también manifiesta cierta actividad nocturna. Son fundamentalmente solitarios, y sólo se reúnen para emparejarse y comer. Son capaces de correr a gran velocidad en breves esprines de hasta 20 km/h, de zambullirse a una profundidad de 4,5 metros, y de escalar árboles con facilidad cuando son jóvenes gracias a sus fuertes zarpas. Son buenos nadadores, y pueden recorrer grandes distancias a nado para alcanzar islas vecinas. Para cazar presas que están fuera de su alcance, puede ponerse de pie sobre sus patas traseras usando la cola como apoyo. A medida que el dragón de Komodo madura, utiliza sus garras principalmente como arma, dado que por su gran tamaño se vuelven poco prácticas para escalar.
Para refugiarse excavan madrigueras que pueden medir entre uno y tres metros de ancho con sus potentes patas y zarpas delanteras. Debido a su gran tamaño y a su costumbre de dormir en estas madrigueras, es capaz de conservar el calor corporal durante la noche y minimizar el tiempo que tiene que tomar el sol durante la mañana. Caza generalmente por la tarde, pero permanece a la sombra durante la parte más calurosa del día. Utilizan unos lugares especiales de reposo, habitualmente situados en cornisas con una fresca brisa marina, que están marcados con excrementos y limpios de vegetación y que también sirven como un punto estratégico desde donde emboscar ciervos.

Alimentación

Los dragones de Komodo son carnívoros. Aunque se alimentan fundamentalmente de carroña, también tienden emboscadas a presas vivas acercándose sigilosamente. Cuando una presa adecuada llega cerca de su lugar de emboscada, la ataca rápidamente lanzándose sobre el vientre o el cuello del animal. Es capaz de localizar sus presas utilizando su penetrante sentido del olfato, que puede detectar a un animal muerto o agonizante de una distancia de hasta 9,5 kilómetros. Se han documentado casos de dragones de Komodo derribando cerdos grandes y ciervos con su fuerte cola.
Un ejemplar joven fotografiado en la isla de Rinca alimentándose de los restos de un búfalo de agua.
Se alimentan arrancando grandes trozos de carne de sus presas y tragándoselos enteros mientras sujetan el cadáver con las patas anteriores. En el caso de presas más pequeñas, de hasta el tamaño de una cabra, sus mandíbulas con articulaciones desencajables, cráneo flexible y estómago expandible, les permite tragarse las presas enteras. La copiosa cantidad de saliva roja que producen contribuye a lubricar la comida, pero a pesar de ello tragársela continúa siendo un proceso largo (15-20 minutos para tragarse una cabra). Pueden intentar acelerar el proceso embistiendo el cadáver contra un árbol para forzarlo a bajar por la garganta, y a veces embisten con tanta fuerza que llegan a derribar el árbol. Para evitar asfixiarse mientras tragan las presas, respiran utilizando un pequeño conducto situado debajo de la lengua que está conectado con los pulmones. A diferencia de grandes mamíferos carnívoros, como los leones, que tienden a dejar el 25-30% de sus presas sin consumir al rechazar los intestinos, la piel, los huesos o las pezuñas, los dragones de Komodo comen mucho más eficazmente, desechando sólo aproximadamente el 12% de la presa.
Después de ingerir hasta un 80% de su peso corporal en una comida, se arrastra hasta un lugar soleado para acelerar la digestión, puesto que la comida podría llegar a pudrirse y envenenar al dragón si permaneciera demasiado tiempo sin digerir. Debido a su lento metabolismo, los dragones grandes pueden sobrevivir con tan sólo doce comidas al año. Al acabar la digestión, regurgita una masa de cuernos, cabello y dientes conocida como pelota gástrica, que está cubierta de una mucosidad maloliente. Tras regurgitar la pelota gástrica, se frota la cara contra el suelo o contra arbustos para deshacerse de la mucosidad, lo que sugiere que, como en el caso de los humanos, no les gusta el olor de sus propias excreciones.
Pasan el día vagando por sus zonas de residencia, que pueden tener aproximadamente 1,9 km² de superficie. No defienden estas zonas como territorios, por lo que pueden superponerse, pero si la comida se encuentra en un área compartida, el dragón dominante es el primero en comer. Los machos de mayor tamaño siempre son los primeros en comer, seguidos por los machos más pequeños y las hembras, y finalmente los ejemplares más jóvenes que descienden de los árboles para comer una vez que los adultos se han marchado. El macho de mayor tamaño hace valer su dominio y los machos más pequeños muestran su sumisión por medio del lenguaje corporal y de silbidos sordos. Los dragones de tamaño similar pueden recurrir a combates entre ellos, donde los perdedores habitualmente se retiran, aunque se conocen casos en los que los vencedores los matan y se los comen.
Sus excrementos son generalmente blancos, pues su estómago no puede digerir el calcio de los huesos de los animales que comen.
Su dieta es muy variada, e incluye a otros reptiles (incluidos dragones de Komodo más pequeños), aves, roedores, serpientes, peces, cangrejos, caracoles y mamíferos como cabras, ciervos, jabalíes y hasta búfalos de agua. Los ejemplares jóvenes se alimentan de insectos, huevos, gecos y pequeños mamíferos.  Se tiene constancia de que en ocasiones han desenterrado tumbas poco profundas para alimentarse de cadáveres humanos. Esta costumbre de saquear las tumbas hizo que los habitantes de la isla de Komodo las trasladaran de los suelos arenosos a otros de tipo arcilloso y que apilen piedras sobre ellas para evitar estos saqueos.
Según el fisiólogo evolutivo Jared Diamond, el dragón de Komodo podría haber evolucionado para alimentarse del extinto elefante enano Stegodon, que en el pasado vivió en la isla de Flores. También se les ha observado asustando intencionadamente ciervas embarazadas con la intención de que aborten y así poder comerse los restos del feto, una técnica que también ha sido observada en grandes predadores de África.
Dado que carece de diafragma, no puede sorber el agua cuando bebe, ni puede llevarla a la boca con su fina lengua. Por ello, coge un trago de agua, levanta la cabeza y deja que el agua baje por la garganta.

Saliva

Walter Auffenberg, herpetólogo de la Universidad de Florida, reseñó que el dragón de Komodo tenía patógenos sépticos en su saliva, expresamente las bacterias: Escherichia coli, Staphylococcus sp., Providencia sp., Proteus morgani y P. mirabilis. Auffenberg descubrió que mientras estos patógenos se encontraban en la boca de los ejemplares salvajes, desaparecían de la de los animales cautivos, debido a una dieta más limpia. Esto fue verificado tomando muestras mucosas de la superficie externa de la encía de la mandíbula superior de dos individuos recién capturados. Muestras de saliva analizadas por investigadores en la Universidad de Texas, encontraron 29 tipos de bacterias Gram positivas y 28 Gram negativas en las bocas de dragones de Komodo salvajes, incluida Pasteurella multocida. El rápido crecimiento de estas bacterias fue constatado por el investigador Terry Fredeking: «Normalmente se necesitan aproximadamente tres días para que una muestra de P. multocida cubra una placa de Petri; la nuestra necesitó ocho horas. Estuvimos muy desconcertados por la virulencia de estas cepas.» Este estudio apoya la observación de que las heridas infligidas por el dragón de Komodo a menudo están asociadas con sepsis e infecciones subsecuentes en sus presas.
Un dragón de Komodo durmiendo. Se pueden ver sus grandes garras curvadas, que utiliza en sus enfrentamientos y para comer.
A finales de 2005, investigadores de la Universidad de Melbourne especularon que el varano gigante australiano (Varanus giganteus), otras especies de varánidos y los agámidos podrían ser algo venenosos. Se pensaba que los mordiscos infligidos por estos reptiles eran propensos a infectarse debido a las bacterias de su boca, pero el equipo de investigación afirmó que los efectos inmediatos de sus mordeduras eran causados por un leve envenenamiento. Se estudiaron mordeduras en dedos de humanos por parte de un varano arborícola (Varanus varius), un dragón de Komodo y un varano arborícola moteado (V. scalaris), y todas causaron un efecto similar: una rápida inflamación, interrupción localizada de la coagulación de la sangre y un intenso dolor que alcanzaba hasta el codo; algunos de estos síntomas se prolongaban durante varias horas.
En 2009, los mismos investigadores publicaron pruebas adicionales que demostraban que los dragones de Komodo poseen una mordedura venenosa. Las exploraciones realizadas mediante imagen por resonancia magnética de un cráneo mostraron la presencia de dos glándulas de veneno en la mandíbula inferior. Al extraer una de estas glándulas de la cabeza de un espécimen enfermo terminal en el Zoo de Singapur, comprobaron que secretó un veneno que contenía varias proteínas tóxicas diferentes. Entre las funciones conocidas de estas proteínas se incluyen la inhibición de la coagulación de la sangre, bajada de la tensión arterial, parálisis muscular e inducción a la hipotermia, lo que conduciría a una conmoción y pérdida de consciencia en las presas víctimas de su mordedura. Como consecuencia de este descubrimiento, la anterior teoría que afirmaba que las bacterias eran las responsables de las muertes de sus víctimas quedó en entredicho.
Sin embargo, Kurt Schwenk, un biólogo evolutivo de la Universidad de Connecticut considera el descubrimiento de estas glándulas intrigante, pero piensa que la mayor parte de las pruebas sobre el veneno en el estudio son «sin sentido, irrelevantes, incorrectas o falsamente engañosas». Schwenk sostiene que, incluso si los dragones tuvieran proteínas parecidas a un veneno en su boca, pueden tener un propósito distinto, y duda que el veneno sea necesario para explicar el efecto de su mordedura, pues argumenta que la conmoción y la pérdida de sangre son los factores primarios.

Reproducción

Las hembras maduran sexualmente de media en torno a los 9 años y los machos en torno a los 10 y, aunque muchos mueren a causa de los depredadores cuando son todavía unas crías, si llegan a adultos pueden vivir unos 50 años. El apareamiento tiene lugar entre julio y agosto, y la puesta de huevos en septiembre, para evitar los calurosos meses de verano y permitir la posibilidad de un segundo acoplamiento. Durante este periodo, los machos combaten por las hembras y por el territorio, luchando entre ellos levantándose sobre sus patas traseras, hasta que el perdedor queda sometido en el suelo. Los machos pueden vomitar o defecar mientras se preparan para la lucha. El ganador del combate tocará con su larga lengua a la hembra para obtener información sobre su receptividad. Las hembras son hostiles y durante las primeras fases del cortejo sexual se resisten con las zarpas y los dientes, por lo que el macho tiene que inmovilizar completamente a la hembra durante el coito para evitar resultar herido. Las demostraciones de cortejo del macho incluyen frotar el mentón sobre la hembra, fuertes arañazos en la espalda y lameduras. La copulación tiene lugar cuando el macho inserta uno de sus hemipenes en la cloaca de la hembra.1 Después del acoplamiento, algunos machos se quedan con la hembra durante unos días para impedir a otros machos aparearse con ella.1 Los dragones de Komodo pueden ser monógamos y formar vínculos de pareja, un comportamiento raro en los lagartos.
Ejemplares jóvenes.
La hembra pone los huevos en madrigueras excavadas junto a una colina o en un nido abandonado de talégala de Reinwardt (un megápodo), preferiblemente esto último. Pone una media de veinte huevos, de unos 37 cm de longitud, que tienen un periodo de incubación de 7-8 meses. La hembra los cubre con tierra y hojas y yace sobre los huevos para incubarlos y protegerlos hasta que eclosionen alrededor del mes de abril, a finales de la estación lluviosa y cuando los insectos son abundantes. Salir del huevo es un esfuerzo agotador para los neonatos, que rompen el caparazón por medio de un diente de huevo que les cae poco después. Tras romper las cáscaras, las crías pueden permanecer dentro de ellas durante algunas horas antes de empezar a salir del nido. No hay evidencias que indiquen que prestan algún tipo de cuidados paternales una vez que los huevos eclosionan. Nacen completamente indefensos, y muchos de ellos son devorados por predadores.
Los jóvenes pasan la mayor parte de su primer año de vida subidos en los árboles, donde se encuentran relativamente seguros de depredadores, incluidos dragones adultos caníbales, que tienen en los ejemplares jóvenes el 10% de su dieta. Según David Attenborough, el hábito del canibalismo puede ser ventajoso a la hora de mantener el gran tamaño de los adultos, dada la escasez de presas de tamaño medio en las islas. Cuando los jóvenes se acercan a un cadáver para alimentarse, se revuelcan en materia fecal y en restos de intestinos de animales destripados para disuadir a los adultos hambrientos.

Partenogénesis

Una hembra de dragón de Komodo del Zoo de Londres llamada Sungai puso una nidada de huevos a finales de 2005 a pesar de estar separada de la compañía de un macho desde hacía más de dos años. Los científicos asumieron inicialmente que había sido capaz de almacenar esperma de algún encuentro anterior con algún macho, una adaptación conocida como superfecundación. El 20 de diciembre del 2006 se informó que Flora, una dragona que vivía en el Zoo de Chester (Inglaterra) se había convertido en el segundo caso conocido de un dragón de Komodo que ponía huevos no fertilizados: puso 25, once de ellos viables, de los cuales eclosionaron ocho, todos machos. Un grupo de científicos dirigidos por Phill Watt, de la Universidad de Liverpool, llevaron a cabo pruebas genéticas sobre tres huevos que se habían malogrado después de trasladarlos a una incubadora, y comprobaron que Flora no había tenido ningún contacto físico con un dragón macho. Al descubrirse esta condición de los huevos de Flora, se realizaron más pruebas que demostraron que los huevos de Sungai también habían sido producidos sin fertilización externa.
Cría nacida por partenogénesis en el Zoo de Chester, Inglaterra.
Los dragones de Komodo tienen el sistema cromosómico ZW de determinación del sexo, a diferencia del sistema XY de los mamíferos. La descendencia masculina demuestra que los huevos no fertilizados de Flora eran haploides (n) y que después duplicaron sus cromosomas para hacerse diploides (2n) (por ser fertilizado por un cuerpo polar, o por duplicación cromosómica sin división celular), y no por la puesta de huevos diploides por fallo de una de las divisiones de reducción de meiosis de sus ovarios. Cuando una hembra (con cromosomas sexuales ZW) se reproduce de este modo, sólo proporciona a su progenie un único cromosoma de cada uno de sus pares, incluido un único cromosoma sexual. Este conjunto único de cromosomas es duplicado dentro del huevo, que se desarrolla partenogenéticamente. Los huevos que reciben un cromosoma Z pasan a ser ZZ (machos); los que reciben un cromosoma W se convierten en WW y no llegan a desarrollarse.
Se ha teorizado que esta adaptación reproductiva permitiría a una única hembra entrar en un nicho ecológico aislado (como por ejemplo una isla) y producir descendencia masculina por partenogénesis, estableciendo así una población capaz de reproducirse sexualmente (cuando la hembra se reproduce con su descendencia puede poner huevos tanto de machos como de hembras). A pesar de las ventajas de esta adaptación, se advierte a los zoológicos que la partenogénesis puede perjudicar la diversidad genética
El 31 de enero de 2008, el Zoo del condado Sedgwick en Wichita (Kansas), Estados Unidos, se convirtió en el tercer zoológico en documentar la partenogénesis en dragones de Komodo, y el primero fuera de Inglaterra. El zoo tiene dos hembras adultas, una de las cuales puso aproximadamente 17 huevos el 19-20 de mayo de 2007. Debido a cuestiones de espacio, sólo se incubaron dos huevos, que posteriormente eclosionaron; el primero lo hizo el 31 de enero de 2008 y el segundo al día siguiente. Ambas crías fueron machos.

Historia

Descubrimiento por los occidentales

Antigua moneda de 50 rupias indonesias en la que aparece un dragón de Komodo.
Los dragones de Komodo fueron conocidos por primera vez por los europeos en 1910, cuando llegaron rumores de un «cocodrilo terrestre» al teniente Steyn van Hensbroek, de la administración colonial neerlandesa. Su descubrimiento se difundió de forma generalizada después de 1912, cuando Peter Ouwens, director del Museo Zoológico de Bogor (Java) publicó un documento sobre el tema tras recibir una fotografía y una piel enviadas por el teniente, así como dos ejemplares de un coleccionista. El dragón de Komodo fue uno de los alicientes de una expedición a la isla de Komodo realizada por W. Douglas Burden en 1926. Tras volver con doce ejemplares preservados y dos vivos, esta expedición fue la inspiración de la película de 1933 King Kong. Burden fue quién acuñó el nombre común de la especie, «dragón de Komodo». Tres de aquellos ejemplares fueron disecados y todavía están expuestos en el Museo Americano de Historia Natural.

Estudios

Los neerlandeses (por entonces Indonesia estaba bajo soberanía holandesa), a la vista del escaso número de ejemplares en estado salvaje, prohibieron la caza deportiva y restringieron en gran medida el número de ejemplares que se podían capturar para estudios científicos. Las expediciones de recogida de ejemplares se detuvieron al comienzo de la Segunda Guerra Mundial, y no se reanudaron hasta las décadas de 1950 y 1960, cuando los estudios se concentraron en el comportamiento alimentario del dragón, su reproducción y su temperatura corporal. También en estos años se planeó una expedición para estudiar a estos varánidos durante un periodo de tiempo prolongado. Esta tarea fue asignada a la familia Auffenberg, que el 1969 permaneció en la isla de Komodo durante once meses. Durante su estancia, Walter Auffenberg y su ayudante Putra Sastrawan capturaron y etiquetaron más de cincuenta ejemplares. La investigación realizada por la expedición de los Auffenberg resultaría muy influyente en la cría en cautividad. Investigaciones posteriores han arrojado más luz sobre la naturaleza del dragón de Komodo, y biólogos como Claudio Ciofi continúan estudiando a estas criaturas.

Peligro para los humanos

Aunque sean muy raros, hay constancia de ataques a humanos; el 4 de junio de 2007 un dragón de Komodo atacó a un niño de ocho años en la isla de Komodo; el muchacho murió poco después por la pérdida masiva de sangre a causa de las heridas recibidas. Era el primer ataque fatal registrado en 33 años. Los nativos culparon del ataque a los ecologistas de fuera de la isla que prohibieran los sacrificios de cabras que se les ofrecían a los dragones, privándoles de una fuente de alimento con la que contaban, haciéndolos vagar por donde vivían los humanos en busca de comida. Muchos naturales de la isla de Komodo tienen la creencia de que los dragones de Komodo son realmente la reencarnación de antiguos compañeros, por lo que deberían ser tratados con reverencia.
El 24 de marzo de 2009, dos dragones dieron muerte a un pescador en la isla de Komodo, que fue atacado cuando buscaba añones en el Parque Nacional de Komodo y lo abandonaron malherido sangrando por mordeduras en sus manos, cuerpo, piernas y cuello.

Conservación

Un dragón de Komodo en el Animal Kingdom de Disney World, Florida.
El dragón de Komodo figura en la Lista Roja de Especies Amenazadas de la UICN clasificado como especie vulnerable. Hay aproximadamente entre 4.000 y 5.000 dragones de Komodo en estado salvaje. Las poblaciones están limitadas a las islas de Gili Motang (100), Gili Dasami (100), Rinca (1.300), Komodo (1.700) y Flores (quizás unos 2.000). Sin embargo, existe la preocupación de que sólo podrían quedar unas 350 hembras reproductoras. En respuesta a esta preocupación, en 1980 se fundó el Parque Nacional de Komodo para proteger las poblaciones de dragones de Komodo en islas como Komodo, Rinca y Padar. Posteriormente se fundaron las reservas de Wae Wuul y de Wolo Tado en la isla de Flores para contribuir en la conservación de estos grandes lagartos. Hay pruebas de que los dragones se están acostumbrando a la presencia de seres humanos, dado que los turistas los alimentan a menudo con cadáveres de animales en varios puntos de alimentación.
La actividad volcánica, los terremotos, la pérdida de hábitat, los incendios (la población de estos reptiles en la isla de Padar fue casi destruida debido a un incendio incontrolable, y desde entonces ha desaparecido), la escasez de presas, el turismo y la caza furtiva han contribuido en conjunto a su actual estado de especie vulnerable. Bajo el Apéndice I del CITES (Convenio sobre el Comercio Internacional de Especies de Fauna y Flora Salvaje Amenazadas), el intercambio comercial de pieles o especímenes de dragón de Komodo es ilegal.
El zoólogo y paleontólogo australiano Tim Flannery ha sugerido que el ecosistema australiano podría beneficiarse con la introducción de dragones de Komodo, ya que podrían ocupar parcialmente el nicho ecológico que los grandes carnívoros dejaron vacante tras la extinción del varánido gigante Megalania prisca. Sin embargo, también aboga por actuar de forma gradual y con gran precaución en estos experimentos de aclimatación, y tener especialmente en cuenta que «no debería subestimarse el problema de depredación de los grandes varánidos sobre los humanos». Flannery pone como ejemplo la exitosa coexistencia con los cocodrilos marinos (Crocodylus porosus) como prueba de que los australianos podrían adaptarse con éxito.

En cautividad

Dragones de Komodo en Zoo de Toronto (Canadá). Cuando se crían en cautividad, a menudo engordan, sobre todo en la cola, debido su alimentación regular.
Los dragones de Komodo siempre han sido grandes atracciones de los zoos, donde su tamaño y reputación de animales temibles los convierten en animales muy populares. Sin embargo, son bastante raros en los parques zoológicos, puesto que son vulnerables a infecciones y enfermedades parasitarias si se los captura en estado salvaje, y no se reproducen fácilmente. En octubre de 2009, había 13 instituciones en Europa, 36 en Norteamérica, 1 en Singapur y 2 en Australia que contaban con dragones de Komodo.
El primer dragón de Komodo fue expuesto en 1934 en el Smithsonian National Zoological Park, en Washington D. C., pero sólo vivió durante dos años. Se realizaron más tentativas de exponerlos, pero la longevidad de estas criaturas era muy corta, con un promedio de cinco años en este Parque Zoológico Nacional. Finalmente, los estudios realizados por Walter Auffenberg, documentados en su libro The Behavioral Ecology of the Komodo Monitor (La ecología del comportamiento del varano de Komodo), permitieron unos cuidados y reproducción más exitosos de estos grandes lagartos en cautividad.
Se ha observado en dragones cautivos que muchos ejemplares presentan un comportamiento relativamente dócil después de poco tiempo en cautividad. Se conocen muchos casos en que los encargados del zoo han sacado a los animales de su recinto para relacionarlos con los visitantes, incluidos niños pequeños, sin mayores consecuencias. También parece que los dragones son capaces de reconocer a seres humanos de forma individual. Ruston Hartdegen, del Zoo de Dallas, informó que sus dragones de Komodo reaccionaban de manera diferente si veían a su cuidador habitual, a uno de menos familiar, o a uno completamente desconocido.
La investigación con dragones de Komodo en cautividad también ha ofrecido pruebas de que toman parte en juegos. Uno de los estudios se refiere a un ejemplar que hacía mover una pala que había dejado su cuidador, aparentemente atraído por el sonido de la pala rascando contra la superficie rocosa. Una dragona joven del Smithsonian National Zoological Park de Washington D. C. cogía y sacudía varios objetos, como estatuas, latas de bebida, anillas de plástico y mantas. También metía la cabeza dentro de cajas, zapatos y otros objetos. No confundía estos objetos con comida, puesto que sólo se los tragaba si estaban cubiertos con sangre de rata. Este juego social ha llevado a una sorprendente comparación con los juegos de los mamíferos. Otro caso documentado de juego en los dragones de Komodo viene de la Universidad de Tennessee, donde una joven dragona llamada Kraken interactuaba con anillas de plástico, un zapato, un cubo y una lata, dándoles golpes con el hocico y moviéndolos de un lado a otro con la boca. Trataba estos objetos de manera diferente que la comida, lo que llevó al investigador Gordon Burghardt a concluir que esto desmiente la visión de que el juego con objetos es un «comportamiento predador motivado por el alimento». Kraken fue el primer dragón de Komodo nacido en cautividad fuera de Indonesia, el 13 de septiembre de 1992.
Sin embargo, incluso dragones aparentemente dóciles pueden volverse agresivos de manera impredecible, especialmente cuando alguien desconocido invade su territorio. En junio de 2001, un dragón de Komodo hirió gravemente a Phil Bronstein (editor ejecutivo del San Francisco Chronicle) cuando accedió al interior de su recinto del Zoo de Los Ángeles, invitado por el cuidador del animal. Bronstein recibió un mordisco en su pie desnudo, puesto que el cuidador le había dicho que se sacara los zapatos blancos que llevaba, que podrían haber excitado al dragón. Aunque consiguió escapar del animal, fue necesario volver a unirle quirúrgicamente varios tendones del pie.





caiman

Caiman es un género de crocodilios de la familia de los aligatóridos, conocidos vulgarmente como yacarés o caimanes. Se distribuyen en las regiones subtropicales y tropicales de América, desde México hasta el sur de Sudamérica.
CAIMAN CROCODILUS
El caimán de anteojos, cachirre, babilla, blanco o baba (Caiman crocodylus o Caiman sclerops) es una especie de reptil carnívoro que habita los diferentes tipos de cursos de agua dulce, ciénagas y pantanos en el sur de México, Centroamérica y el noroeste de Sudamérica.
Los machos llegan a medir entre 1,8 y 2,5 m de largo, y las hembras 1,4 m. Se alimentan de diferentes especies de animales: crustáceos, peces, anfibios, reptiles, aves y pequeños mamíferos.
El apareamiento ocurre en la estación lluviosa. La hembra hace el nido aglomerando pequeñas cantidades de vegetación seca y tierra y pone allí de 15 a 40 huevos. La incubación dura un promedio de 13 semanas. Al nacer miden unos 20 cm.
CAIMAN YACARE
El yacaré negro (Caiman yacare) es un caimánido endémico de las regiones subtropicales y tropicales de Sudamérica, que puede alcanzar los tres metros de longitud. Fuertemente acorazado en el lomo, de color negruzco u oliva muy oscuro, la piel delicadamente jaspeada de los flancos y de los ejemplares juveniles lo convirtió en un favorito de la industria del calzado durante mucho tiempo. Las medidas de protección han permitido su recuperación; se encuentra registrado en el Apéndice II del listado de especies protegidas de CITES (Convención sobre el Comercio Internacional de Especies Amenazadas de Fauna y Flora Silvestres). Se lo conoce también como caimán del Paraguay o jacaretinga en portugués).
CAIMAN LATIROSTRIS
El yacaré overo (Caiman latirostris) es un caimánido endémico de las regiones subtropicales y tropicales de Sudamérica, que puede superar los tres metros de longitud. Su nombre deriva de la coloración de manchas difusas entre el verde intenso y el gris pálido que lo caracteriza. Está menos extendido que su pariente próximo el yacaré negro, con quien comparte hábitat.
Intensamente cazado durante décadas, se encuentra registrado en el Apéndice II del listado de especies protegidas de CITES. Se lo conoce también como caimán del Brasil, o caimán de hocico ancho. En portugués se lo llama jacaré tinga, o papo amarelo.

serpiente

Las serpientes (Serpentes) u ofidios (Ophidia) son un suborden de saurópsidos (reptiles) diápsidos pertenecientes al orden Squamata, superorden de los Lepidosaurios, caracterizado por la ausencia de patas y el cuerpo muy alargado. Se originaron en el período Cretácico.
Las serpientes se caracterizan por la ausencia de extremidades y cuerpo alargado. Algunas poseen mordeduras venenosas, como las cobras y las víboras, que utilizan para matar a sus presas antes de ingerirlas. Otras serpientes, como las boas y pitones, matan a sus presas por constricción.
Se reconocen 456 géneros y más de 2.900 especies. Evidentemente, las serpientes derivan de algún tipo de lagarto, pero los detalles concretos de su origen no están claros.
Dentadura
Existen varios tipos de dientes, según el hueso sobre el que se implanten: maxilares, pterigoideos, palatinos, dentarios y premaxilares. Los dientes maxilares son los más variados y los únicos que pueden estar asociados a glándulas venenosas; se pueden distinguir cuatro tipos principales:
  • Aglifos.
Son dientes macizos, prensiles, curvados hacia atrás para sujetar la presa y no están diseñados para inocular veneno. Es el caso de muchos colúbridos, bóidos y pitónidos. En general son serpientes inofensivas para el hombre, con excepción de las grandes constrictoras (pitones, anacondas).
  • Opistoglifos.
Son dientes acanalados situados en la parte posterior de la mandíbula y conectados con glándulas de veneno, constituyendo un sistema de inoculación primitivo. Dado que para inyectar el veneno debe morder con la parte posterior de la boca, normalmente son poco peligrosas para el hombre. Este es el caso de la culebra bastarda (Malpolon monspessulanus). No obstante, las especies de gran tamaño pueden producir graves mordeduras e incluso la muerte, como Dispholidus typus, del África subsahariana.
  • Proteroglifos.
Son dientes pequeños y fijos situados en la parte delantera de la boca, con un canal más o menos cerrado. Las cobras y las mambas poseen estos dientes. Algunas especies, como la cobra escupidora (Naja nigricollis), los tienen modificados para escupir el veneno a más de cuatro metros de distancia.
  • Solenoglifos.
Se trata de dos largos colmillos móviles en parte anterior de la mandíbula; son huecos con un canal interior cerrado y conectado con glándulas venenosas. Los colmillos se pliegan sobre el paladar superior cuando el animal cierra la boca y se enderezan rápidamente cuando la abre. Es el sistema de inoculación más eficaz. Este tipo de dentición es característico de los vipéridos.
Sentidos
La visión detallada es limitada, pero no impide la detección de movimiento. Algunas serpientes poseen receptores infrarrojos en profundos surcos entre las fosas nasales y el ojo, los cuales les permiten "ver" el calor irradiado por otros animales (como una cámara de infrarrojos).
El sentido del oído de las serpientes es muy limitado ya que los órganos auditivos han degenerado; falta el tímpano, la cavidad timpánica y la trompa de Eustaquio, y la columela se articula con el cuadrado. Parece, pues, poco probable que las serpientes puedan oír con claridad sonidos transmitidos por el aire, pero sin duda son sensibles a las vibraciones del suelo, trasmitidas mediante los huesos de la mandíbula.
Una serpiente huele a través de su nariz; la lengua pasa las partículas de aire al órgano de Jacobson en la boca para su examen. Otra característica de su lengua es que termina en dos ramificaciones, por lo que se denomina bífida(La lengua bífida se usa para captar partículas químicas y percibirlas con el "Órgano de Jackobson", que está en la parte delantera del paladar).
Veneno
Muchas especies usan veneno para inmovilizar o matar a sus presas. El veneno es una saliva modificada y se inyecta gracias a los colmillos. Los colmillos más especializados (vipéridos) son muy largos y huecos, y actúan como verdaderas agujas hipodérmica que se clavan profundamente e inyectan el veneno. Otros tipos de colmillos, menos especializados, poseen una simple acanaladura en su margen posterior por la cual desciende el veneno (cobras).
El veneno de las serpientes es con frecuencia específico para sus presas, y su papel como mecanismo defensivo es secundario. El veneno, al igual que todas las secreciones salivales, posee agentes que realizan una predigestión de los alimentos; por tanto, incluso las serpientes "no venenosas" pueden causar daños en los tejidos.
El veneno está constituido por una compleja mezcla de proteínas que actúan como neurotoxinas (que atacan el sistema nervioso), hemotoxinas (que dañan la sangre), citotoxinas (dañan los tejidos), bungarotoxinas y muchas otras sustancias que pueden afectar al organismo de diferentes maneras; casi todos los venenos de serpientes poseen hialuronidasa, un enzima que destruye el ácido hialurónico, que es el cemento que mantiene unido el tejido conjuntivo que, por tanto se disgrega facilitándose así la rápida difusión del veneno.[6]
El veneno se almacena en las glándulas venenosas situadas en la parte posterior de la cabeza. En todas las serpientes venenosas, dichas glándulas poseen conductos que se abre dentro de surcos o canales de los dientes de la mandíbula superior.
Australia es el lugar del mundo con mayor número de especies venenosas; no obstante solo se produce una muerte por mordedura al año de promedio. En cambio, en la India, se producen 250.000 mordeduras anuales que producen unos 50.000 muertos.[7] En España se producen al año 1500 mordeduras de víboras de las que entre 3 y 5 provocan la muerte de la víctima.
Dieta

Culebra bastarda (Malpolon monspessulanus) devorando una lagartija ibérica Podarcis hispanica.

Otro ángulo de la anterior.
Todas las serpientes son carnívoras, alimentándose de una gran variedad de presas que incluyen aves, anfibios, mamíferos, peces o insectos e incluso reptiles, entre ellos otras serpientes en ciertas especies. Generalmente, las serpientes de pequeño a moderado tamaño cazan presas indefensas, las cuales pueden ser rápidamente devoradas y vivas. Sin embargo, si la presa opone resistencia, pueden recurrir a técnicas como son el uso del veneno o la constricción para abatir la presa antes de comerséla. Las serpientes no pueden masticar el alimento, y en su lugar se las tragan enteras. Los dientes de una serpiente, que son afilados como agujas y dirigidos hacia el interior de la boca, sirven para retener la presa a que se le salga de su boca. A la hora de tragar, el maxilar y la mandíbula, que están sujetos al cráneo por ligamentos, logran separarse para acomodarse al tamaño de la presa. Así, una serpiente es capaz de tragarse una presa que sea tres veces más grande que su propia cabeza y su diámetro. Otra razón de su capacidad para tragar es la carencia de huesos como el esternón para que la comida pueda pasar sin problemas por el esófago y por todo el cuerpo del reptil. Después de la ingestión, una serpiente debe aletargar para cumplir el proceso de la digestión. Esto se debe a que el proceso digestivo requiere de mucha energía que la serpiente debe usar para digerir con eficiencia la comida, la cual puede durar por días o meses, según el tamaño de la presa. En ese estado, algunos órganos como el corazón y el estómago entran en mayor actividad para que toda la comida sea casi totalmente digerida. Las partes indigeribles pueden ser excretadas o regurgitadas.
Boas y pitones
Las familias de los bóidos y de los pitónidos reúnen las especies más primitivas de serpientes, como lo prueba el hecho de que todavía conserven rudimentos de patas posteriores. Carecen de veneno y matan a sus presas por constricción, enrollándose a su alrededor hasta que se asfixian. Incluyen las serpientes actuales más voluminosas, como la anaconda y la pitón reticulada. Las pitones miden normalmente entre 1 y 6 m, aunque algunas especies están entre las serpientes más largas existentes; la pitón reticulada ostenta el récord de la serpiente más larga, con 10,32 m.

Culebra de escalera (Elaphe scalaris).

Culebras

La mayoría de las serpientes vivientes pertenecen a la familia de los colúbridos, que comprende muchas especies inofensivas y de mediano tamaño como la culebra de agua europea (Natrix maura), la culebra lisa meridional (Coronella girondica) o la culebra de escalera (Elaphe scalaris), y algunas moderadamente venenosas, con dientes opistoglifos (situados en la parte posterior de la boca), como la culebra bastarda (Malpolon monspessulanus); la culebra arborícola del Cabo (Dispholidus) es una de las pocas especies cuya mordedura puede ser mortal para el hombre.

Cobra de anteojos (Naja naja).

Cobras, mambas y corales

La familia de los elápidos incluye las cobras, las serpientes de coral, las mambas y las serpientes marinas todas ellas extremadamente venenosas y potencialmente mortales para el hombre; los colmillos son pequeños y están situados en la parte delantera de la boca (proglifos); su veneno tiene una acción principalmente neurotóxica. Todas las serpientes venosas australianas pertenecen a este grupo. Los elápidos terrestres son similares a los colúbridos; casi todos tienen cuerpos largos y finos, cabezas cubiertas por grandes escamas y no siempre diferenciadas del cuello, y ojos con pupilas redondas. Además, su comportamiento es, por lo general, bastante activo, y muchas especies son ovíparas. Las mambas (Dendroaspis) son arborícolas y son muy ágiles y rápidas. Las serpientes de coral poseen sus vivos colores de advertencia ya que son muy venenosas (aposematismo), entre los que predominan amarillo, rojo y negro; no son muy peligrosas para el hombre ya que son de pequeño tamaño y abren poco la boca, lo que hace difícil que puedan morder (sin embargo su veneno puede causar la muerte casi instantáneamente, de hecho no tiene antídoto). Las cobras (Naja y Ophiophagus) son muy conocidas por su aspecto amenazante y su mordedura; habitan en zonas tropicales y desérticas del sur de Asia y África; despliegan una especie de "capucha" en la zona de la cabeza y el cuello cuando están irritadas o en peligro, gracias a las largas costillas cervicales; es un gesto de advertencia ante un posible enemigo.

Víbora del Gabón (Bitis gabonica).

[editar] Víboras y crótalos

La familia de los vipéridos comprende las víboras del Viejo Mundo y los crótalos, principalmente americanos; todas ellas son muy venenosas y con dos colmillos solenoglifos provistos de un canal que actúan como agujas hipodérmicas cuando muerden para inyectar veneno. El veneno tiene una acción principalmente hemolítica. Los colmillos son muy largos y se pliegan contra el paladar cuando la boca está cerrada desplegándose rápidamente cuando la serpiente se dispone a atacar a la presa. La cabeza es triangular y ancha, y los ojos tienen la pupila vertical. La mayoría retienen los huevos que contienen a las crías en el interior del cuerpo alumbrando a las crias tras la eclosión de los huevos desde el interior del cuerpo, es decir, son ovovivíparas.
Entre sus especies destacan las víboras europeas (Vipera), los animales más venenosos del continente, las víboras cornudas africanas (Cerastes), el áspid, las víboras del Gabón (Bitis, con los colmillos más largos de todas las serpientes), las serpientes de cascabel americanas (Crotalus, Lachesis), etc.

Serpientes venenosas

Se denomina serpiente venenosa a aquella serpiente que usa saliva modificada, veneno, entregado a través de los dientes sumamente especializados tales como colmillos huecos, para el propósito de inmovilización de la presa y autodefensa. En contraste, las especies no venenosas matan por constricción a su presa, o simplemente la dominan con sus mandíbulas.
Mamba verde occidental, Dendroaspis viridis, un elápido venenoso.
Las serpientes venenosas incluyen a varias familias de serpientes y no forman un solo grupo taxonómico. Esto se interpreta como que el veneno en las serpientes se originó más de una vez como resultado de una convergencia evolutiva. Recientemente se han presentado evidencias para la hipótesis de los toxicóforos. Sin embargo; si fuera correcta, el veneno estuvo presente (en pequeñas cantidades) en el ancestro de todas las serpientes (como así también de varias familias de lagartos) como 'saliva tóxica' y evolucionó a extremos en aquellas familias de serpientes normalmente clasificadas como venenosas por paralelismo evolutivo. La hipótesis de los toxicóforos además implica que el linaje de las serpientes 'no-venenosas' ha perdido la capacidad de producir veneno (pero pueden tener aún pseudogenes de veneno persistentes) o realmente si producir veneno en pequeñas cantidades, probablemente suficiente para la ayuda en la captura de pequeñas presas, pero sus mordidas normalmente no causan daño a los humanos.
Se dice a menudo que, las serpientes venenosas son ponzoñosas, aunque ese no es el término correcto, ya que venenos y ponzoñas son diferentes. Las ponzoñas pueden ser absorbidas por el cuerpo, por la piel o el aparato digestivo, mientras que el veneno deber ser primero introducido directamente en los tejidos o el flujo sanguíneo por medios mecánicos, por lo tanto, es inofensivo beber veneno de la serpiente mientras no haya laceraciones dentro de la boca o del tracto digestivo.
Muchas otras serpientes, tales como boas y pitones pueden no ser venenosas, pero sus mordidas deben ser atendidas clínicamente. Sus dientes pueden ser largos y duros, capaces de infligor laceraciones, con mordeduras que, a menudo, introducen bacterias de su boca y dientes en la herida.

Familias de serpientes venenosas

Se conocen más de 600 especies venenosas – cerca de un cuarto de todas las especies de serpientes. Los siguientes grupos de serpientes pueden ser agresivas e infligir peligro y sus mordeduras son aún potencialmente letales:

Familia Descripción
Atractaspididae (atractaspididos) de las madrigueras, víboras toperas, serpiente estilete.
Colubridae (colúbridos) La mayoría son inofensivas, pero otras tienen saliva tóxica y al menos cinco especies, incluyendo la boomslang (Dispholidus typus), han provocado la muertes de humanos.
Elapidae (elápidos) Cobras, serpientes de coral, kraits, mambas, serpientes de mar, kraits marinas y elápidos de Australia.
Viperidae (vipéridos) Víboras verdaderas y víboras de foseta, incluye a serpientes de cascabel.  

Colubridae

 
Colubridæ
Natrix natrix1.jpg
Natrix natrix
Clasificación científica
Reino: Animalia
Filo: Chordata
Clase: Sauropsida
Orden: Squamata
Suborden: Serpentes
Infraorden: Alethinophidia
Familia: Colubridae
Oppel, 1811
Subfamilias

Los colúbridos o culebras (Colubridæ) son una familia de serpientes. Incluye aproximadamente unas 2.500 especies, unas 5/6 partes de todas las serpientes.1 Es de distribución cosmopolita. Vulgarmente se denomina culebra a todo ofidio inofensivo para el ser humano, aunque realmente sólo es apropiado para los miembros de esta familia, que no es un grupo natural.

Características

Los colúbridos se caracterizan por tener la cabeza recubierta de escamas grandes de disposición típica. Las escamas dorsales y laterales del cuerpo son de contorno aproximadamente romboidal; en la parte ventral presentan una sola fila de escamas ensanchadas.
Son generalmente diurnos, con ojos bien desarrollados y pupila principalmente circular. La mayoría son terrestres, pero hay también especies excavadoras, anfibias, acuáticas, arborícolas e incluso planeadoras.
Su tamaño oscila entre los 20 ó 30 cm de Eirenis lineomaculatus del Próximo Oriente, hasta los 3 m de Spilotes pullatus de centro y Sudamérica.

Elapidae

 
Elapidae
L14cobra.jpg
Cobra egipcia (Naja haje)
Clasificación científica
Reino: Animalia
Filo: Chordata
Subfilo: Vertebrata
Clase: Sauropsida
Orden: Squamata
Suborden: Serpentes
Familia: Elapidae
Boie, 1827
Los elápidos (Elapidae) son una familia de serpientes altamente venenosas que habitan en regiones tropicales y subtropicales de todo el mundo. Se caracterizan por poseer colmillos fijos huecos por los que inyectan el veneno. Su tamaño es muy variable, entre 18 centímetros (Drysdalia) hasta 6 metros (Ophiophagus) de longitud.
Algunos de sus miembros más conocidos son las cobras, las serpientes de coral, las mambas y las serpientes marinas.

Descripción

Exteriormente, los elápidos terrestres son similares a los colúbridos; casi todos tienen cuerpos largos y finos, cabezas cubiertas por grandes escudos y no siempre diferenciadas del cuello, y ojos con pupilas redondas. Además, su comportamiento es, por lo general, bastante activo, y muchas especies son ovíparas.
Las serpientes marinas, que también son elápidos, se han adaptado a la vida marina de diferentes maneras y en varios grados. Sus características pueden incluir cuerpos aplastados lateralmente, colas timón para nadar, la habilidad para excretar sal y dar vida a crías directamente (ovovivíparo). Algunos géneros pueden absorber del agua, a través de la piel, del 10 al 22% del oxígeno que consumen.
Todos los elápidos tienen un par de colmillos huecos que usan para inyectar veneno desde unas glándulas situadas en la parte posterior de las mandíbulas superiores. Cada uno de estos colmillos está situado en la parte anterior de la boca en un hueso maxilar inmóvil. Cuando la boca se cierra, los colmillos quedan fijados en huecos preparados para ello en el suelo de la boca. Debido a esta estructura, los elápidos deben morder a sus víctimas para envenenarlas, por lo que esta acción no es tan rápida como la de las víboras, que pueden envenenar a sus víctimas con un solo movimiento.

Veneno

Todos los elápidos son venenosos, y muchos son potencialmente mortales para el hombre. Los elápidos usan su veneno tanto para atacar a sus presas como en defensa propia. La mayoría de los elápidos tienen venenos neurotóxicos, considerados más peligrosos que la mayor parte de los venenos proteolípticos de las víboras.

Taxonomía

La tabla inferior muestra una lista de todos los géneros de elápidos, y ninguna subfamilia. En el pasado, se reconocían varias familas de elápidos, como la Elapinae, Hydrophiinae (serpientes marinas), Micrurinae (serpientes de coral), Acanthophiinae (elápidos australianos) y Laticaudinae. Actualmente, ninguna de estas subfamilias está universalmente reconocida. Parece cierto que, en algún momento, la familia de los elápidos se separó, pero todavía hay un gran número de asuntos sin resolver sobre este tema.

Cobra


 
Cobra
L14cobra.jpg
Ejemplar de cobra de Egipto en estado de alerta
Clasificación científica
Dominio: Eukaryota
Reino: Animalia
Subreino: Eumetazoa
(sin clasif.) Bilateria
Superfilo: Deuterostomia
Filo: Chordata
Subfilo: Vertebrata
Clase: Sauropsida
Orden: Squamata
Suborden: Serpentes
Familia: Elapidae
Géneros de cobras
Cobra es el nombre común de un grupo de serpientes venenosas de la familia Elapidae, en especial los géneros Naja, con unas 20 especies, y Ophiophagus, con una especie, conocidas por su aspecto amenazante y su mordedura. Habitan en zonas tropicales y desérticas del sur de Asia y África.
Es fácil reconocerlas porque despliegan una especie de "capucha" en la zona de la cabeza cuando están irritadas o en peligro. Logran hacer esto aplanando las vértebras de la cabeza.
En general, se alimentan de roedores y aves, a los que matan inyectándoles una neurotoxina a través de los colmillos. Entre sus predadores se incluyen la mangosta y algunas aves rapaces.

Clases de cobras

Cobra es el nombre común de ciertas serpientes venenosas, conocidas por su aspecto intimidante y su picadura mortal. Es fácil reconocerlas por una especie de caperuza que despliegan cuando están irritadas o se sienten amenazadas, que se forma por extensión de las costillas de la parte trasera de su cabeza. Estos reptiles viven en Filipinas, el sur de Asia y África.

La cobra real o cobra de Birmania (Ophiophagus hannah) es la serpiente venenosa más larga del mundo. El promedio de su longitud es de 3,7 m pero algunas alcanzan los 5,5 metros. Es una serpiente delgada, de color oliva o pardo, con ojos de color bronce. Vive en Filipinas, Malasia, sur de China, Birmania, India, Tailandia y la península Malaya. Su actividad es diurna y se alimenta principalmente de otras serpientes (algunas de ellas también venenosas). Su veneno es muy tóxico.
La otra cobra asiática es conocida como cobra india o cobra de anteojos (Naja naja), debido a un dibujo similar a unos anteojos que exhibe en su piel. Rara vez alcanza una longitud superior a los 1,8 metros. El ensanchamiento de la zona de su cabeza es, proporcionalmente, mucho mayor que el de la cobra real y suele ser de color amarillo o castaño. Desarrolla su actividad durante el crepúsculo y por la noche, y se alimenta de reptiles, aves y roedores.
Esta serpiente es causa de muchas muertes al año en la India, donde se le trata con respeto religioso y rara vez se le da muerte, aunque se cometen abusos tales como quitarles los dientes y presentarlas a la gente en espectáculos con flautas o trompetas.

El veneno

El veneno de las cobras, una neurotoxina, tiene un efecto devastador sobre el sistema nervioso. Con todo, gracias a la mayor disponibilidad de un antídoto eficaz, la elevada tasa de mortalidad debida a su potente veneno ha disminuido en algunas zonas de Asia.
Además de morder e inyectar su veneno neurotóxico, algunas cobras como la cobra escupidora occidental escupen el veneno comprimiendo los músculos que tienen en los colmillos. Estas cobras confían más en escupir el veneno que inyectarlo. Suelen apuntar a los ojos provocando una ceguera temporal, y a veces permanente.
El veneno de las cobras se viene usando en la investigación médica debido a que contiene una enzima, la lecitinasa, que disuelve las paredes de las células, así como las membranas que rodean a los virus.

Serpiente de coral

 
Serpiente de coral
Coral snake.jpg
Clasificación científica
Reino: Animalia
Filo: Chordata
Clase: Sauropsida
Orden: Squamata
Suborden: Serpentes
Familia: Elapidae
Género: Leptomicrurus
Micrurus
Micruroides

Sinomicrurus
Las serpientes de coral o rabo de ají son un grupo de serpientes venenosas de la familia Elapidae propias de zonas tropicales. Se distingue dos grupos de serpientes de coral: las del Viejo Mundo que tiene 16 especies agrupadas en 2 géneros (Calliophis y Sinomicrurus), y las serpientes de coral del Nuevo Mundo que se conforman de más de 65 especies reconocidas, agrupadas en 3 géneros (Leptomicrurus, Micruroides y Micrurus). Se caracterizan por sus vivos colores, entre los que predominan amarillo, rojo y negro. Cabe mencionar que existen otros grupos de serpientes parecidas llamadas falsas corales, que no son venenosas y sus colores son rojo, blanco y negro.
Existen cinco géneros de serpientes de coral:


Falsas corales

Hay unas especies de serpiente no venenosas que se mimetizan con las corales que se denominan Falsas corales o serpientes rey. Algunas de ellas pueden comerse a las corales reales y otras serpientes.

Dendroaspis

 
Dendroaspis
Black Mamba 01.jpg
Mamba negra
Clasificación científica
Reino: Animalia
Filo: Chordata
Clase: Sauropsida
Orden: Squamata
Familia: Elapidae
Género: Dendroaspis
Especies
Dendroaspis angusticeps
Dendroaspis jamesoni
   D. jamesoni jamesoni
   D. jamesoni kaimosea
Dendroaspis polylepis
Dendroaspis viridis
Las mambas (Dendroaspis spp.) son un género de serpientes de la familia Elapidae que incluye cuatro especies; viven en los árboles y son las serpientes más rápidas de África; Dendroaspis significa literalmente "serpiente de árbol". Son extremadamente venenosas; su veneno contiene neurotoxinas, que pueden ser fatales para el ser humano sin acceso al antídoto.
En un sprint, y con la cabeza levantada, lo que supone casi un tercio de su cuerpo levantado, puede superar en poco tiempo a una persona corriendo.

Viperidae

 
Viperidae
Aspisviper 01.jpg
Vipera aspis
Clasificación científica
Reino: Animalia
Filo: Chordata
Subfilo: Vertebrata
Clase: Sauropsida
Subclase: Diapsida
Orden: Squamata
Suborden: Serpentes
Infraorden: Alethinophidia
Familia: Viperidae
Oppel, 1811
Subfamilias
Ver texto
Sinonimia
  • Viperae - Laurenti, 1768
  • Viperini - Oppel, 1811
  • Viperidae - Gray, 1825
Los vipéridos (Viperidae) son una familia de serpientes muy venenosas que comprende las víboras del Viejo Mundo y los crótalos, principalmente americanos. Poseen el aparato inoculador más evolucionado de todas las serpientes, con largos colmillos huecos que actúan como agujas hipodérmicas.

Características

La mayoría de las especies son extremadamente venenosas; su veneno tienen una acción principalmente hemolítica. Los colmillos inoculadores son de tipo solenoglifos, es decir, huecos y con un canal interior que se ha desarrollado a partir del ahondamiento progresivo del surco existente en otras familias hasta que se han fundido los márgenes de éste. Los colmillos pueden erguirse cuando la serpiente abre la boca para atacar, y se pliegan de nuevo contra el el techo bucal cuando cierra la boca; ello permite que sean muy largos, alcanzando hasta los 5 cm en la víbora del Gabón (Bitis gabonica).
En cuanto al tamaño, algunos crotalinos americanos alcanzan gran tamaño, como Lachesis que llega a medir más de tres metros; pero en general no son serpientes especialmente largas aunque sí pueden ser muy corpulentas. Sin embargo se han tenido reportes de Bothrops asper con más de 3 m de longitud. Incluso se ha reportado que la diamantina del este Crotalus adamanteus puede alcanzar más de 4 m, convirtiéndose en una de las más grandes de América.
La mayoría de los vipéridos son ovovivíparos y el hallazgo de embriones avanzados dentro de hembras de víboras y serpientes de cascabel puede haber originado la leyenda de que estos reptiles esconden a sus crías tragándoselas cuando se sienten amenazadas, tal como lo refiere Álvarez del Toro (1982).

Veneno

La capacidad de una serpiente para ser venenosa está íntimamente relacionada con la actividad de su veneno. Mucho depende del estado de salud del espécimen así como de otros factores como época del año, irritabilidad de la serpiente, sitio de la mordedura, la especie misma, si la mordedura es una mordedura seca, etc., lo mismo que el estado de salud de la víctima (humana o no), la edad y en ocasiones si una persona ha sido mordida en repetidas ocasiones ya que se desarrolla una especie de inmunidad adquirida.
Los venenos no son tipos puros, sino una combinación de ambos. El término hemolítico para aquellos tipos de venenos cuyo blanco principal es el tejido hematopoyético es un término corto porque la sangre es sólo uno de tantos tejidos blanco que los venenos de las víboras atacan. De esta manera mejor sería llamarlo veneno destructor de tejidos,  lo cual abarca un espectro más amplio de acción de esta mezcla proteínica.
Sin embargo, hay especies de serpientes que poseen una combinación más equilibrada de venenos destructor de tejidos y neurotóxico (propio de los Elapidae). Por ejemplo, El dolor instantáneo (diferenciado del dolor subsecuente resultante de la hinchazón, o de las incisiones, torniquete, u otros tratamientos) es mencionado en casi todos los registros de mordeduras de las serpientes de cascabel, de veneno destructor de tejidos principalmente. El dolor constituye el mejor síntoma de confirmación de la presencia de veneno en la mordedura, justificando el tratamiento, no obstante no es un síntoma invariable, pues ha habido algunos casos donde este no se ha presentado, como en la mordedura por Crotalus scutulatus o Crotalus durissus, cuyo veneno tiene una forma de acción diferente al de otras víboras de fosetas como Bothrops asper.
Incluso se ha visto que el veneno de la cascabel Mojave (Crotalus scutulatus salvini) afecta los sistemas cardiovascular, la sangre, tejidos musculares, tejidos epiteliales, sistema respiratorio y nervioso central. La mayoría de estos venenos causan cambios relativamente menores en la transmisión neuromuscular en comparación con las serpientes de coral. El envenenamiento por Crotalus scutulatus produce parálisis respiratoria que puede ocasionar la muerte, lo cual la hace clínicamente importante debido a que su veneno causa en ocasiones, a diferencia de las demás cascabeles, efectos neurotóxicos retardados; la sintomatología puede tardar hasta 12 horas en presentarse ya que no están acompañados por los daños usuales de tejidos, usados para estimar la toxicidad en las mordeduras de vipéridos.
El veneno de las serpientes de cascabel Crotalus durissus terrificus y Crotalus sulcatus scutulatus también contiene dos subunidades neurotóxicas, crotoxina y toxina Mojave respectivamente, mientras que una toxina homóloga ha sido aislada de otras cascabeles tales como Crotalus viridis concolor. La actividad de la proteasa en los adultos de C. s. scutulatus es bastante baja, lo que explica hasta cierto punto la ausencia de efectos locales que sí hay en otros vipéridos 

Taxonomía

En los últimos años se han hecho algunos cambios taxonómicos en lo referente a las serpientes de la familia Viperidae  , y según tales hallazgos a las víboras se les clasifica dentro de la superfamilia Viperoidea
La familia viperidae se subdivide en cuatro subfamilias:
Sin embargo, hay que señalar que estos sistemas de clasificación no son completamente concluyentes, y muchas veces los grupos y familias varían de acuerdo al criterio del autor, incluso si hay sido aprobados por comisiones internacionales sobre nomenclatura y taxonomía.

Viperinae


 
Víbora
Vipere ottomane.JPG
Vipera xanthina
Clasificación científica
Reino: Animalia
Filo: Chordata
Clase: Sauropsida
Subclase: Diapsida
Orden: Squamata
Suborden: Serpentes
Familia: Viperidae
Subfamilia: Viperinae
Oppel, 1811
Géneros
Para otros usos de este término, véase Aristolochia baetica.
Los viperinos, víboras o áspides (Viperinae) son una subfamilia de serpientes, que junto con los crótalos (subfamilia Crotalinae), forman la familia de los vipéridos (Viperidae).
Son famosas por su veneno, probablemente el más potente entre los animales presentes en Europa. Durante las Guerras Púnicas se lanzaban a los buques enemigos en el curso de las batallas navales, y hasta el siglo XVII su uso como ponzoña en los banquetes fue una forma corriente de eliminar a los rivales políticos.

Características

Son muy venenosas y se caracterizan por poseer un par de colmillos largos y huecos en la parte delantera de la mandíbula superior. Estos colmillos se retraen contra el paladar cuando la boca está cerrada y, cuando ésta se abre se ponen rápidamente en posición para atacar a la presa, para inyectar un veneno mortal que ataca la sangre y los tejidos.
La cabeza triangular y ancha de las víboras está cubierta de escamas y los ojos tienen la pupila vertical. La mayoría de las víboras alumbran a sus crías en el interior del cuerpo, es decir, son ovovivíparas.

Hábitat

Las víboras viven en todo el mundo por su gran facilidad de adaptación al medio, a excepción de Australia, Madagascar y otras islas, y la mayoría de ellas son naturales de África aunque algunas también se pueden encontrar en Sudamérica.

Especies

Entre las muchas especies se encuentran ciertas víboras europeas y áspides, la víbora de Gabón y la gariba. Las especies que viven en España son la víbora áspid, la víbora hocicuda y la víbora de Seoane. La víbora áspid es la más venenosa de las que viven en España. El uso de suero antiofídico en España y Portugal no es recomendable salvo en casos realmente necesarios y siempre bajo consideración médica y en un hospital.

Crotalus


 
Crotalus
Crotalus durissus kaskawel001xx.jpg
Clasificación científica
Reino: Animalia
Filo: Chordata
Subfilo: Vertebrata
Clase: Sauropsida
Orden: Squamata
Suborden: Serpientes
Familia: Viperidae
Subfamilia: Crotalinae
Género: Crotalus
Linnaeus, 1758
Sinonimia
  • Crotalophorus - Houttuyn, 1764
  • Caudisona - Laurenti, 1768
  • Crotalinus - Rafinesque, 1815
  • Crotalurus - Rafinesque, 1820
  • Crotulurus - Rafinesque, 1820
  • Uropsophus - Wagler, 1830
  • Urocrotalon - Fitzinger, 1843
  • Aploaspis - Cope, 1867
  • Aechmophrys - Coues In Wheeler, 1875
  • Haploaspis - Cope, 1883
  • Paracrotalus - Reuss, 1930
Las serpientes de cascabel (Crotalus) son un género de la subfamilia de las víboras de foseta dentro de la familia de los vipéridos. Son serpientes venenosas y endémicas del continente americano, desde el sudeste de Canadá al norte de Argentina.1 Todas las especies menos una, C. catalinensis, son fácilmente reconocibles por el característico cascabel en la punta de la cola. No hay que confundir este género con la más pequeña especie del género Sistrurus, que también tienen un cascabel, pero no tan desarrollado. Se han reconocido 29 especies de serpientes de cascabel.

Descripción

La serpiente de cascabel es reconocida como la serpiente más larga y venenosa de Norteamérica. Algunas especies pueden alcanzar hasta 2,9 yardas de largo, y las 9 libras de peso.[cita requerida] Según la especie exacta, tienen un cuerpo delgado y compacto. Su cabeza es más bien plana y se distingue claramente del cuello. El centro del cuerpo está rodeado de escamas que están colocadas en 21 - 29 filas. El color de fondo de esta familia va de amarillento a verdoso, rojizo a pardo e incluso negro. Una fila de manchas oscuras de forma romboédrica pasa por la espalda y los laterales.
Normalmente viven en bosques arenosos, y en zonas costeras. Su piel con círculos amarillos, está marcada en el centro por colores negros (parecidos a diamantes) hace que este tipo de reptil sea el mejor adornado de todo Norteamérica. La cabeza es según la subespecie generalmente unicolor aunque hay una banda más oscura desde la sien hasta la boca. La cola suele tener anillos alternantes más claros y más oscuros. Por debajo, el color de la serpiente suele ser más claro y puede llevar manchitas.
El cascabel lo forman unos estuches córneos en el extremo de la cola que en caso de peligro les permiten emitir un sonido de aviso y quizá proteja la serpiente de ser pisada por los grandes mamíferos. Con cada muda de piel se añade un aro más a este cascabel, lo que permite estimar la edad del animal.

Modo de vida, cría y mantenimiento







Los crótalos son animales muy temperamentales cuyo carácter puede variar mucho con los individuos. A menudo son fácilmente excitables pero hasta ejemplares aparentemente tranquilos pueden atacar bruscamente sin previo aviso,por esto se aconseja máxima precaución. Solo atacan para defenderse.
En situaciones de peligro estas serpientes se suelen enrollar y poner el cuello en forma de "S" para poder atacar más velozmente. Con su cola emiten un sonido de aviso.
Como contenedor para la cría de Crotalus atrox se recomienda un terrario seco con temperaturas diurnas de 24 - 28 °C (localmente hasta 35 °C) y nocturnas de 18 - 20 °C. Estas serpientes beben bastante, así que siempre debe haber agua fresca a su alcance.
El veneno de estos animales es muy fuerte. Destruye los glóbulos rojos de la sangre y hace penetrables los vasos sanguíneos. Así afecta al tejido corporal y a la circulación. Sus picaduras son tremendamente dolorosas y pueden ser fatales para un humano. Por suerte, existe un antiveneno, que actúa con eficacia, evitando en la mayoría de los casos la muerte del afectado.
La mayoría de las picaduras ocurren cuando se intentan cazar o matar a estas serpientes. Estas pueden morderte en una zona cuya longitud es un tercio de la de su cuerpo.
Esta serpiente no está en peligro de extinción, pero la matanza indiscriminada y la pérdida de su hábitat están haciendo decrecer su número hasta este estado: peligro de extinción.

Especies

Especies3 Autoridad3 Subesp.*3 Nombre común Dispersión geográfica1
C. adamanteus Palisot de Beauvois, 1799 0 Cascabel diamante del este Sudeste de EE. UU.
C. aquilus Klauber, 1952 0 Cascabel de Querétaro Mesetas de México cental
C. atrox Baird & Girard, 1853 0 Cascabel diamante del oeste Sudoeste de EE.UU. y norte de México
C. basiliscus Cope, 1864 0 Cascabel basilisco México occidental
C. catalinensis Cliff, 1954 0 Cascabel de la Isla Sª Catalina México (Isla Santa Catalina)
C. cerastes Hallowell, 1854 2 Sidewinder Sudoeste de EE. UU.
C. durissus Linnaeus, 1758 8 Cascabel tropical De México al norte de Argentina
C. enyo Cope, 1861 2 Cascabel Baja Oeste de México
C. horridusT Linnaeus, 1758 0 Cascabel de los bosques Este de EE. UU.
C. intermedius Troschel, 1865 2 Cascabel de cabeza pequeña México
C. lannomi Tanner, 1966 0 Cascabel Autlan Oeste de México
C. lepidus Kennicott, 1861 3 Cascabel de las rocas Sudoeste de EE. UU. y norte de México Central
C. mitchellii Cope, 1861 4 Cascabel de lentes Sudoeste de EE.UU. y Baja California México
C. molossus Baird & Girard, 1853 3 Cascabel de cola negra Sudoeste de EE. UU. y México
C. oreganus Holbrook, 1840 6 Cascabel del oeste
C. polystictus Cope, 1865 0 Cascabel mexicana cabeza de lanza centro de México
C. pricei Van Denburgh, 1895 1 Cascabel de dos manchas Sudoeste de EE. UU. y norte de México
C. pusillus Klauber, 1952 0 Cascabel de Tancitaro México oeste-central
C. ruber Coper, 1892 2 Cascabel diamante rojo
C. scutulatus Kennicott, 1861 1 Cascabel de Chihuahua Sudoeste de EE. UU., México
C. simus Latreille, 1801 2 Cascabel centroamericana México, Centroamérica
C. stejnegeri Dunn, 1919 0 Cascabel de cola larga Oeste de México
C. tigris Kennicott in Baird, 1859 0 Cascabel tigre Sudoeste de EE.UU. y noroeste de México
C. tortugensis Van Denburgh and Slevin, 1921 0 Cascabel diamante de la Isla Tortuga Isla Tortuga, México
C. totonacus Gloyd & Kauffeld, 1940 0 Cascabel Totonaca México
C. transversus Taylor, 1944 0 Cascabel rayada de la Sierra Centro de México
C. triseriatus Wagler, 1830 1 Cascabel Parda Centro de México
C. viridis Rafinesque, 1818 1 Cascabel de la pradera Sudoeste de Canadá, oeste de EE. UU., norte de México
C. willardi Meek, 1905 4 Cascabel de Nariz Puntiaguda Montañas del sudoeste de EE. UU. Y noroeste de México
*) No se incluye la subespecies nominales (formas típicas).
T) Especie tipo.

Algunas serpientes no venenosas:

Eunectes murinus



 
Anaconda verde
Eunectes murinus.jpg
E. murinus
Estado de conservación
No evaluado
Clasificación científica
Reino: Animalia
Filo: Chordata
Clase: Sauropsida
Orden: Squamata
Familia: Boidae
Género: Eunectes
Wagler, 1830
Especie: E. murinus
Nombre binomial
Eunectes murinus
Linnaeus, 1758
Subespecies
Sinonimia
  • Boa gigas Latreille 1802
  • Boa murina L. 1758
  • Boa scytale L. 1758
  • Eunectes barbouri Dunn 1936
La anaconda verde o común (Eunectes murinus) es una serpiente constrictora de la familia de las boas, endémica de Sudamérica; habita las cuencas del río Amazonas y del Orinoco, además de otros enclaves en Brasil, Bolivia, Colombia,Ecuador,Guyana, Perú, Paraguay, Venezuela y la isla Trinidad.

Descripción

La anaconda es de color verde oscuro, con marcas ovales de color negro y ocre en los flancos. El vientre es más claro, y en la parte final de la cola muestra diseños en amarillo y negro que son únicos para cada ejemplar. El hocico está cubierto por seis escamas engrosadas, tres a cada lado, que constituyen el rasgo más distintivo que separa a las especies de Eunectes de las estrechamente relacionadas Boa.
La cabeza es estrecha, y no presenta un cuello marcado. Las narinas y los ojos están en una posición elevada, facilitando así la respiración y la percepción durante los largos períodos que la anaconda pasa sumergida. Los receptores olfativos se encuentran en la lengua, como en todas las serpientes. El cuerpo es ancho y musculoso, adaptado a la forma de presa de la serpiente, que mata a sus presas por constricción.
En la región caudal, la zona de la cloaca es la única no cubierta por escamas de todo el cuerpo. En las inmediaciones de ésta la anaconda presenta espolones, los restos de las extremidades locomotoras atrofiadas.
Rara vez supera los 15 años, aunque se documentan casos de hasta 50 años.[cita requerida]

Tamaño

Green-anaconda.jpg
Eunectes murinus2.jpg
Green Anaconda 057.jpg
Es la mayor serpiente conocida. Las hembras, significativamente mayores que los machos, alcanzan un promedio de 4 a 8 m de largo y un peso de 45 a 180 kg, mientras que los machos alcanzan una longitud de 2,5 m. Es el caso más marcado de dimorfismo sexual entre los Squamata.
  • En 1960 se registró una hembra cazada en Brasil con 8,45 m de longitud y 227 kg de peso.
  • Dieter Schmid, en su libro Mantenimiento De Las Serpientes afirma que si bien el Libro Guinness de los récords nunca lo reconoció, en 1944 se capturó una anaconda verde en el Río Orinoco, en Venezuela de 11,44 m de longitud, 285 kg, y 123 cm de circunferencia.
  • Jesús A. Rivas cita una hembra con una longitud total de 521 cm. y un peso de 97,5 kg.

Hábitat y comportamiento

La anaconda se siente a gusto tanto en los árboles como en el agua; prefiere los estanques de aguas quietas a las corrientes rápidas, por lo que es raro encontrarla a gran altitud.
Pasa la mayor parte del tiempo sumergida, acechando a su presa; la posición superior de las narinas le permite sumergir casi todo el cuerpo a modo de cripsis, y su poderosa musculatura la hace una rápida nadadora.
Caza por lo general animales que se acercan a beber, sujetándolos con sus mandíbulas y aferrándose a ellos para enroscarse alrededor de su cuerpo y asfixiarlos. El ataque es extremadamente rápido, en algo más de 10 segundos ya han sometido a su presa. Si encuentra la oportunidad de cazar en tierra, normalmente se descuelga desde una rama para sorprender a su presa. Se enroscan a su presa formando anillos con su cuerpo pero, por lo general, no es la fuerza de la constricción lo que mata a la presa, sino que le impide respirar, presionando el tórax para imposibilitar la inhalación, y lo logran por la inmensa fuerza de su cuerpo.
La anaconda no tritura sus presas, su mandíbula se desencaja, permitiéndole tragar la presa entera y utiliza su fila de dientes interior (tienen cuatro filas de dientes, una ordinaria y otra en el paladar) para ir avanzando sobre su alimento e irlo introduciendo en su garganta. La digestión de una presa grande puede demorar varias semanas, durante las cuales la serpiente se encuentra casi inactiva y dormita en una rama o junto al agua.
La anaconda es capaz de comer presas de gran tamaño; el carpincho es una de sus presas más comunes, así como ejemplares jóvenes de tapir, pecarí, ciervo, y caimanes en caso de necesidad. Se alimenta también de huevos, aves, diversos roedores y otros reptiles menores.[cita requerida]
Se ha visto anacondas caníbales, la mayoría hembras devorando machos pequeños, posiblemente para asegurar la supervivencia durante la temporada seca, cuando escasean las presas.
La anaconda pasa la mayor parte del tiempo en el agua aunque también sale a la superficie para capturar presas fáciles.

Reproducción

El apareamiento de la anaconda se produce entre los meses de abril y mayo; las hembras atraen a los machos mediante una señal olfativa, y éstos se congregan en torno a ellas a lo largo de varias semanas. En la última fase del cortejo, hasta una docena de machos se enrosca en torno a la hembra, luchando por acceder a la cloaca de ésta, formando una bola característica; pueden permanecer enroscados de este modo hasta 15 días, muchas veces en aguas poco profundas, hasta que la hembra —más grande y más fuerte— escoge al vencedor.
Durante la cópula propiamente dicha, los espolones del macho estimulan la región caudal de la hembra; ambas cloacas entran en contacto, y las colas se enroscan mientras se produce la inseminación.

Conservación

La anaconda no tiene particular valor comercial, aunque su piel se usa ocasionalmente en marroquinería; la principal amenaza para su conservación es la destrucción de su hábitat, así como la caza por quienes la consideran un riesgo para el ganado doméstico y los niños, sin tener en cuenta el papel que juega en el control de las plagas de roedores.

Pythonidae

 
Pythonidae
Python royal 35.JPG
Python regius (pitón real)
Clasificación científica
Reino: Animalia
Filo: Chordata
Clase: Sauropsida
Subclase: Diapsida
Orden: Squamata
Suborden: Serpentes
Superfamilia: Henophidia
Familia: Pythonidae
Géneros
Los pitónidos o pitones (Pythonidae) son una familia de serpientes constrictoras. Otras fuentes consideran este grupo una subfamilia de la familia de las boas (Boidae) (subfamilia Pythoninae). Las pitones se pueden distinguir de las boas en que tienen dientes en el premaxilar, un pequeño hueso en la parte frontal de la mandíbula superior. La mayoría de las boas dan a luz crías vivas, mientras que las pitones ponen huevos. A algunas especies de boas de arena (subfamila Ericinae) se les llama erróneamente pitones.

Comportamiento

Las pitones, igual que sus parientes cercanas las boas, son serpientes constrictoras, y por definición, no venenosas. Normalmente atacan, emboscadas, a animales que pasan cerca. Matan a sus presas por asfixia, agarrándola primero con la boca y enrollando rápidamente su cuerpo alrededor de ellas. Una vez así, se ejercen presiones altas sobre las costillas y pulmones de su presa, que de este modo no pueden inhalar. A pesar de que la presa puede sufrir también problemas de circulación, especialmente si la serpiente presiona mucho alrededor de su cuello, la muerte por asfixia se produce habitualmente mucho antes. En contra de la creencia popular, estas serpientes tampoco estrujan o aplastan a sus presas, y cuando matan a una de tamaño normal, en la gran mayoría de los casos la presión que ejerce la serpiente no es suficiente para romper ningún hueso.
Gran parte de las pitones se alimentan de animales de "sangre caliente", como pájaros y mamíferos, aunque se sabe de especies que capturan también otros reptiles (incluyendo otras serpientes), anfibios y peces. El tamaño de las presas varía enormemente, pero suelen ser de pequeño tamaño (las especies grandes consumen animales del tamaño de un gato doméstico). Las presas grandes están también a su alcance; algunas especies asiáticas de gran tamaño pueden matar cérvidos adultos, y se ha señalado que la pitón de Seba (Python sebae) se alimenta ocasionalmente de gacelas. Las pitones, como el resto de las serpientes, engullen completamente a sus presas y la digestión dura varios días. Si la presa es de gran tamaño, puede requerir incluso varias semanas.
A pesar del tamaño de algunas especies, el ser humano se encuentra fuera del tamaño habitual de sus presas, por lo que generalmente son inofensivas, excepto si se las asusta o provoca. Las hembras pueden comportarse de forma más agresiva si están protegiendo los huevos. Por el contrario y de forma desproporcionada en relación al peligro que suponían, el hombre ha cazado incesantemente a las pitones hasta llevar a algunas especies, como la pitón india (Python molurus) al borde de la extinción.

Reproducción

A diferencia de las boas, las pitones son ovíparas (ponen huevos). Agrupan la puesta y se enroscan alrededor para controlar la temperatura. Al ser animales ectotermos no pueden incubar a sus huevos con su temperatura corporal habitual. Para elevarla, contraen espasmódicamente su cuerpo (a modo de escalofrío) alrededor de la puesta. Este es uno de los pocos comportamientos parentales documentados en serpientes. Pueden vivir hasta 35 años.

Boidae

 
Boidae
Argentine Boa.JPG
Boa constrictor occidentalis o lampalagua
Clasificación científica
Reino: Animalia
Filo: Chordata
Clase: Sauropsida
Orden: Squamata
Suborden: Serpentes
Infraorden: Alethinophidia
Familia: Boidae
Gray, 1825
Géneros
Los boidos o boas (Boidae) son una familia de serpientes constrictoras, es decir que matan a sus presas por constricción, encerrándolas en sus anillos. A diferencia de sus cercanas parientes, las pitones (Pythonidae), son ovovivíparas. A ambos lados de la cloaca presentan espolones, que son vestigios de las patas posteriores locomotoras.
Entre las boas se encuentran algunas de las especies de serpientes más grandes.